¿Cómo nos relacionamos en la edad adulta?
Como ya hemos visto, el arte de dar, recibir, pedir y compartir están a la base de la calidad de vida de todos los seres humanos, aunque, en apariencia, no son variables que solemos tener en cuenta a la hora de analizar nuestra realidad.
Palabras tan básicas como por favor, gracias y perdona, dan muchas pistas sobre cómo nos posicionamos con respecto a los demás.
Podemos definir 3 estados en las relaciones entre adultos, a saber:
Dependencia:
Es el estado en el que nacen los niños. Desde esta posición, “yo” sólo existo a través del otro y dependo de él para cubrir mis necesidades. Digamos que no me siento diferente al otro, sino que lo que él siente, lo siento yo (si el otro es feliz, yo también; si está triste, yo también siento tristeza…). Es como si mi estado dependiese directamente del estado en el que se encuentra la otra persona. Siento que no tengo fronteras entre lo que yo quiero y lo que quieres tú. “Sin ti no soy nada”.
Algunas de las ideas y expectativas situadas en la base del aprendizaje de la dependencia son las siguientes:
“Solo tú puedes salvarme y cuidarme. Solo tú puedes satisfacer mis necesidades”.
“Me siento incapaz de decirte lo que me pasa. Espero que tú lo adivines. Estoy segur@ de que, si de verdad me quieres, vas a saber lo que yo necesito sin que tenga que pedírtelo”.
Pongamos un ejemplo de dependencia a través de los cuentos: ¿recordáis a Ariel, la sirenita, quien para estar con la persona de la que se había enamorado y no perderle llegó a vender su voz para poder tener piernas, abandonando todo su mundo para vivir en el de su príncipe?
Vídeo sobre dependencia: La Sirenita
Independencia:
A medida que crece, el niño va dándose cuenta de que es un ser independiente que influye y es influido por otros, pero que tiene su propio criterio. Va tomando sus decisiones y va aprendiendo a posicionarse en el mundo. De modo natural, la etapa clave de este estado sería la adolescencia, donde el joven pone a prueba su identidad muchas veces desafiando a sus padres. Así, desde este lugar, “yo” defino claramente mis fronteras, en ocasiones de forma extrema, para sentirme realmente diferente a ti. “Necesito separarme emocionalmente de ti para conocer quién soy”.
Algunas de las ideas y expectativas situadas en la base del aprendizaje de la independencia son las siguientes:
“No te necesito. Deja de intentar ayudarme, yo puedo sol@”. “No hace falta que me digas lo que tengo que hacer, sé cuidarme solit@”. “Que pesado eres, ya te he dicho que no me pasa nada. Por favor, deja de hacerme tantas preguntas, me estoy agobiando”.
Para poner un ejemplo de independencia basado en los cuentos, haremos alusión a Elsa, de la película Frozen, quien dice no necesitar a un hombre en su vida. Ella afirma que sola puede con todo y expresa no tener la necesidad de encontrar a alguien que la quiera, comparta experiencias con ella y la apoye.
Cabe aclarar, sin embargo, que el vídeo propuesto es solo una viñeta para mostrar cómo puede sentir alguien que es independiente, y que no pretendemos transmitir la idea de que las mujeres son superiores a los hombres y de que ningún hombre es necesario en la vida de una mujer
Vídeo sobre independencia: Frozen
Interdependencia:
Desde esta forma de relación con el otro, una vez que “yo” he sido independiente y me he sentido diferente de ti, entonces puedo darme cuenta de que, aunque opinemos diferente en muchas cosas, parte de mi felicidad tiene que ver con nuestra relación y trato de negociar contigo. “Me quieres, te quiero y los dos elegimos estar juntos, porque queremos y no por necesidad”.
Algunas de las ideas y expectativas situadas en la base del aprendizaje de la interdependencia son las siguientes:
“Elijo compartir mi vida contigo, nos respetamos y aceptamos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, aunque eso no implica que no haya conflictos”.
“Cuando percibo un problema, te lo expreso para que, juntos, decidamos cuál es la mejor opción.. Me gusta poder contar con tu punto de vista porque yo no lo sé todo...”.
“Agradezco tu apoyo. Entiendo que estás a mi lado como mejor sabes y que no siempre puedes adivinar lo que me pasa”.
“Me siento capaz de pedirte perdón cuando me equivoco, aunque me cueste reconocer mis errores”.
Ejemplo de interacción:
María: “¿Te importa que hablemos? Hoy he tenido un día horrible y necesito contarlo”. Juan: “Claro, ¿qué te ha pasado?” María: “Mi jefe me ha dicho que mi ascenso, por ahora, no es posible (cara de decepción). ¡Qué desilusión!, no imaginaba que me iba a decir que no…”. Juan: Entiendo tu desilusión, sé lo que eso significaba para ti. (Juan abraza a María). ¿Hay algo que yo pueda aportarte?” María: “Que me escuches es importante para mi. Gracias por escucharme y estar a mi lado, Juan. Sé que puedo contar contigo”.
Pongamos un ejemplo de interdependencia a través de los cuentos. Es muy importante transmitir que las relaciones de interdependencia se alcanzan con la construcción de un mundo común basado en la triada: compromiso, intimidad y pasión, propia de la teoría triangular del amor de Robert Sternberg. En este sentido, podemos encontrar algunos ejemplos de interdependencia en cuentos como el de La Bella y la Bestia o Shrek. En ellos, los protagonistas se aceptan tal como son, crean una “mundo compartido” con valores en común, y lo hacen sin que ninguno tenga que dejar de ser quien es o abandonar su mundo, encontrando así un punto medio en el que se complementan unos a otros.
Vídeos sobre interdependencia: La bella y la bestia y Shreck2