TERAPIA PARA
ADULTOS
Ser adulto no siempre es una tarea fácil. Si bien tenemos un desarrollo físico e intelectual muy superior al de los niños, no siempre hemos tenido la oportunidad de entrenar y cultivar el área emocional y afectiva de forma saludable.
Desde tú eliges tu vida sabemos bien que el estar bloqueado en una situación o perdido con respecto a algo no tiene nada que ver con la inteligencia, sino con el desarrollo emocional y las oportunidades que hemos tenido de ejercitarlo y comprender cómo funciona.
Y es que sentir es “el gran olvidado de occidente” donde parece, desde pequeños, que lo importante es pensar, ser lógico y no sufrir por “tonterías”. La realidad es que los seres humanos sufrimos por cuestiones que no son lógica ni ilógicas: son la nuestras y las que siente nuestro corazón. Y nuestra inteligencia se lleva las manos a la cabeza porque no entiende las “razones del corazón” y empieza la lucha…
Ir a terapia no es siempre necesario; ni vamos a vender que tengamos que hacerlo. Sólo queremos resaltar que, en ocasiones, contextos y momentos de nuestra vida desafían nuestra forma de gestionarnos a nosotros y a los demás y que aprender nuevas maneras siempre es una alternativa.
Nosotros queremos hacer protagonista al buen funcionamiento del mundo emocional y social para tener una vida de calidad en armonía con la razón y la inteligencia ¡Y NO COMO SI FUESEN ENEMIGOS!
Cuando trabajamos con adultos
y vamos llegando a los verdaderos anhelos y necesidades internas, nos damos cuentas de que no somos muy diferentes a los niños. Éstos necesitan jugar (explorar y crear, soltar y reír) y sentirse queridos tal y como son. Cuando nos hacemos mayores, estas mismas motivaciones están a la base de nuestro corazón, pero disfrazadas de cuestiones mucho más serias, “lógicas” o explicaciones y problemas de todo tipo. Volver a simplificar nuestra vida, nuestros razonamientos y estar en contacto con nuestras emociones y necesidades como hacen los niños, es, básicamente, el objetivo de nuestro trabajo. El método y la experiencia de cada uno es diferente, y eso es lo que hace nuestro quehacer diario más maravilloso: individualizar cada proceso y cada persona. Siempre, por supuesto, desde la profesionalidad del rigor científico.