NORMAS Y CRIANZA

“Hay que dormirse todos los días a las 20:00, sin excepción”; “nadie se levanta de la mesa hasta que no se haya comido absolutamente toda la comida que hay en el plato”; “la ropa no se puede ensuciar y ha de estar siempre impecable”; “dentro de casa no se juega, solo se juega fuera y en casa hay que estar tranquilos”...
¿Te suena familiar alguna de estas normas? ¿O quizás te vienen a la mente otras? Tal vez algunas de las normas con las que has crecido, o las que te encuentras a ti mism@ poniendo como madre o padre a día de hoy.
¿Alguna vez te has parado a pensar alguna vez en la casi INFINITA cantidad de normas que se manejan en casa? ¿Y en lo difícil que es conseguir que absolutamente todas se cumplan a rajatabla? ¡Y lo mal que lo pasamos y los disgustos que todo ello nos trae a nosotros, a nuestros hijos y por supuesto, a nuestra RELACIÓN con ellos, cada vez que ponemos el foco en el cumplimiento o falta de cumplimiento de las normas!
Y sí, evidentemente TODOS necesitamos normas para poder funcionar en el día a día, esto está claro.
Pero… ¿Dirías que tú como adult@ las cumples todas también al pie de la letra? ¿O eres el primero que a veces se salta una norma porque “puede hacerlo” de forma puntual y en momentos determinados?...¿Quién no se ha saltado un semáforo en rojo porque ve que no hay peligro? ¿O aparca en un sitio prohibido porque sabe que “solo será unos minutitos”?...y seguro que se te ocurre algún otro ejemplo…
Entonces, ¿Cómo es que le pedimos a nuestros hijos un cumplimiento ABSOLUTO de TODAS las normas que ponemos, cuando somos nosotros mismos los primeros que nos las saltamos? ¿Te habías detenido a plantearte en algún momento que quizás, y solo quizás, algunas de las normas que a veces ponemos pueden llegar a ser un tanto arbitrarias?
Te invitamos a hacer un ejercicio para tomar consciencia de este aspecto:
Haz una lista de TODAS las normas que exiges a tus hijos que cumplan a DIARIO que se te ocurran.
Una vez tengas esa lista, te invitamos a hacerte la siguiente pregunta:
¿Realmente TODAS estas normas son 100% necesarias?
¿Quizás alguna puede venir de la inercia y la costumbre y no ser realmente tan importante?
¿Estas normas me acercan o me alejan de mis hij@s?
¿Cuál es el propósito real de esta norma?
¿Está basada en una necesidad real del niño o más bien en una costumbre mía que no me he cuestionado?
¿Cómo beneficia esta regla al desarrollo del niño?
¿Necesito relajar o flexibilizar alguna de estas normas?
Y no, no estamos diciendo con esto que las normas sean malas, ni que los niños deberían hacer siempre lo que ellos quieran, ni que no haya un mínimo de reglas y límites a los que atenerse. Simplemente queremos invitarte a reflexionar acerca de la calidad y cantidad - y sobre todo, la verdadera NECESIDAD - de muchas de las normas que asumimos como obligatorias cuando quizás no lo son tanto. Al final, lo importante es encontrar el equilibrio para que haya armonía en casa y para que todos nos podamos entender lo mejor posible. Y a veces, sin darnos cuenta, las normas nos pueden alejar de ese objetivo más que acercarnos a él.
Y si no sabes bien cómo gestionar el tema de las normas y los límites sin irte de un extremo a otro, o si te encuentras perdid@ en este camino tan difícil y confuso que puede ser a veces la crianza, recuerda que pedir ayuda siempre es una opción.
No estás sol@!
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