¿Cuál es la verdad sobre la felicidad? Lo que dicen las investigaciones...
De forma intuitiva ¿Alguna vez has pensado que si tuvieses más dinero serías más feliz? ¿o si tuvieras un trabajo mejor? ¿o más éxito en alguna esfera? Creo que todos responderíamos sí a alguna de estas preguntas.
Y es que la felicidad es uno de los estados que todos deseamos y escogeríamos si nos diesen a elegir. Una experiencia única que nos conecta con la vida y nos motiva para actuar en cualquier dirección. Ahora bien, ¿responde la ciencia de la misma forma a las preguntas que nos acabamos de hacer?
La investigación más larga que conocemos en torno a la felicidad empezó en 1938, en Harvard, y continúa en la actualidad, con Robert Waldinger como director. Es muy interesante. Veamos qué hicieron.
Escogieron a 2 grupos (724 personas en total) de individuos para el estudio; un grupo estaba compuesto por jóvenes estudiantes de Harvard y el otro por jóvenes procedentes de un barrio marginal de Boston, sin apenas medios para vivir. A cada una ellos les han seguido a lo largo de estos años, estudiando todo tipo de variables que pudiesen describir en qué se diferenciaban los que llegaban a ancianos con una alta calidad de vida, de los que no. Así, midieron variables físicas (a través de minuciosos exámenes médicos), variables económicas (como sus ingresos), profesionales (a qué se dedicaban, evolución de su carrera…); relacionales (la relación con sus padres, sus relaciones de pareja…), así como su calidad y tiempo de ocio, entre otras.
Con el paso de los años, cada uno de estos 724 individuos evolucionó a su manera; algunos tuvieron éxito profesional; otros, tuvieron enfermedades; otros, riqueza; otros, problemas emocionales…
¿Y cuál era la única variable que influía en la mayor o menor calidad de vida de estas personas a lo largo de los años?
No fue el estado de salud. Ni las comodidades con las que vivían, ni su éxito profesional. Fueron las relaciones de calidad que cada uno de esos individuos conseguía establecer.
Y llegaron a 3 conclusiones sobre el impacto de las relaciones en nuestra vida:
1. Las personas que tienen una red social fuerte (amigos, pareja, familia) viven más y están más sanas. Por el contrario, los individuos que viven en soledad o en aislamiento tienden a desarrollar más enfermedades y a tener una calidad de vida más pobre.
2. No tiene que ver con la cantidad de relaciones que tengamos (Podemos estar rodeados de personas y sentirnos muy solos), sino con la calidad de las mismas; el grado de satisfacción que vivimos en ellas. Esto influía incluso en la manera que tenían de afrontar el dolor las personas que se ponían enfermas.
3. Las relaciones no protegen sólo el cuerpo, sino la mente. Saber que puedo contar con el otro, que tengo espacio para expresar mis emociones, poder tener un espacio de intercambio afectivo hace que tengamos menos deterioro de la memoria.
Tras estas conclusiones tan claras, personalmente me pregunto a qué le estoy dedicando mi tiempo cada día tratando de ser más feliz, sabiendo que ni el éxito, ni la imagen, van a alimentar mi corazón. Porque donde invierto mi tiempo está mi compromiso.
Quiero reflexionar sobre cómo influyo en mis relaciones, y analizar lo más detalladamente posible qué papel estoy jugando en ellas para decidir si lo que hago me ayuda a tener una buena calidad de vida . Algunas preguntas que podrían ser útiles para la reflexión serían:
¿Cuál es el estado de mis relaciones?
¿Me siento conectado con las personas más importantes de mi vida?.
¿Qué estoy haciendo o dejando de hacer que influye en esos estados?
¿Qué respuestas del otro me alteran y cómo respondo?
¿Qué respuestas por mi parte alteran al otro y cómo responde? ¿Dónde nos enganchamos?
¿Qué estoy esperando que cambie el otro para cambiar yo y me niego a hacerlo hasta que eso suceda?
¿Quiero al otro como a él le gustaría y me pide o le quiero como yo creo que hay que querer a alguien, sin escucharle?
¿Cómo me comportaría con el otro si fuese el único y mejor cliente de mi empresa, de la que dependo para vivir? ¿Cómo le trataría?
¿Cómo reacciono yo cuando el otro se enfada?
¿Cuándo muestra indiferencia?
¿Ante su insistencia en algún tema?
¿Estoy dispuesto a tolerar que me decepcione y no cumpla mis expectativas y a ver la mejor forma de enfocarlo para la relación?
¿Le doy las gracias en el día a día?
¿Supero mi ego y pido perdón cuando no me gusta cómo he actuado?
¿Pido con respeto, pudiendo aceptar un no?
Reflexionar sobre lo que yo hago y elijo, es mucho más efectivo que echarle la culpa al otro. Las respuestas a estas preguntas me pueden dar una guía inicial para ver dónde quiero realizar ciertos cambios.
"Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad"
Gottfried Leibniz